La historia que relata El Cascanueces, de Tchaikovsky, tiene lugar en Alemania aproximadamente en 1850, en la casa del juez Stahlbaum.
El matrimonio Stahlbaum está terminando de adornar el árbol de Navidad. Sus hijos Clara y Fritz se despiertan para recibir a los parientes, tíos, abuelos y primos que llegarán a la celebración que prepara la familia.
De pronto, y mientras los niños están abriendo los regalos, aparece el viejo Drosselmayer – mago y padrino de Clara- con su sobrino, del cual se enamora la pequeña Clara.
Drosselmayer le trae a la pequeña Clara tres grandes cajas envueltas en papel de regalo, que al abrirlas resultan ser un Arlequín, una Colombina y un gran Cascanueces: un soldado de madera que sirve para romper, justamente, las nueces. Ella está feliz, pero su hermano Fritz, celoso, le rompe una parte al Cascanueces. |
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En medio de la noche, Clara va a ver a su Cascanueces reparado por el sobrino de Drosselmayer. Y mientras lo acurruca, todo cambia. Las murallas, los juguetes y los soldados crecen. Entra el rey de los ratones, que seguido de enormes animales de su misma especie, enfrenta a los soldados.
El Cascanueces se levanta y dirige la batalla y se queda con la Victoria.
Al final de la batalla, Drosselmeyer conduce a Clara y al Cascanueces al reino de las nieves: un mundo mágico donde todo es ilusión y fantasia
Cómo El Cascanueces llegó a convertirse en un clásico navideño mundial es un hecho que ni el mismo Tchaikovsky –creador de la música– , si viviera, podría responder. Lo cierto es que no se sabe cómo ni cuándo la historia de la niña que sueña con un ejército de ratones y soldados de juguete se convirtió en una visita puntual a muchos teatro del mundo antes de la llegada del Niño Dios y cerca del fin de año. |