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CARLOS GARDEL

Charles Romuald Gardés, cantante, compositor y actor argentino de origen francés,  nació en Toulouse, Francia, en el año 1890. A finales de la década de 1920, la identificación de Gardel con el tango era ya un fenómeno de ámbito universal. Desde entonces nunca ha dejado de reconocerse su papel esencial en el desarrollo y difusión del tango y su condición de mejor intérprete de la historia del género.

Como suele suceder con las figuras de tan enorme dimensión popular, la biografía del "zorzal criollo" está teñida de leyendas, y su fama póstuma apenas ha menguado con el paso de las décadas. Durante muchos años fue habitual ver como mucha gente peregrinaba hasta la tumba de Carlos Gardel para pedirle salud y trabajo. En Argentina, la expresión "es Gardel", equivale a "es incomparable".

Carlos Gardel en el colegio

Carlos Gardel tuvo esa infancia castigada por la adversidad, que parece caracterizar a todo héroe arrabalero y triunfador. Su madre, Berthe Gardés, nunca llegó a saber con exactitud quien era el padre de aquel hijo nacido el 11 de diciembre de 1890 en el hospital de La Grave (Toulouse), y bautizado con el nombre de Charles Romualdo. Más tarde Berthe viajaría a la ciudad de Buenos Aires, donde huiría buscando fortuna cuando su hijo aún no había cumplido los tres años. Se resignó a ver como su vástago correteaba entre las casuchas de Retiro, Montserrat o Los Corrales, y se buscaba la vida pateando calles destartaladas y sucias, creciendo con resentimiento, congoja e inseguridad.

Carlos Gardel en 1917 luciendo el peinado de la época

Charles se convertirá pronto en Carlitos, un muchacho despierto, simpaticón e irascible, cuya única ansia consistirá en alcanzar el lujo de los ricos y ganar montañas de dinero. Con dieciocho años desempeña toda clase de pequeños trabajos y ya deja oír su aterciopelada voz en esquinas, reuniones familiares y garitos.

Gardel en una fiesta

Detesta el trabajo duro, rinde culto al coraje, santifica la lealtad a los amigos y se esfuerza por imitar a los adinerados acicalándose con un esmero narcisista y casi femenino.

Carlos Gardel y Rosita Moreno

Por aquel entonces, ese "pensamiento triste que se baila" de incierto origen, llamado tango, comenzaba a hacer furor en París. Sus intérpretes más destacados viajaban al continente y regresaban con los bolsillos a rebosar. Carlos, a quien le gusta el canto casi tanto como la "guita", cambia la s final de su apellido por una l, y prueba fortuna en algunos cafés de los barrios periféricos bonaerenses, en los que se presenta con el sobrenombre de "El Morocho". Ante la sorpresa de propios y extraños, manifiesta una aguda sensibilidad y un temperamento artístico completamente original.

Carlos Gardel en el Teatro Macció

Su interés y sus aptitudes lo inclinan hacia el tango canción o tango con letra, escasamente cultivado hasta ese momento. En efecto, el tango estaba por entonces culminando su proceso evolutivo que lo había llevado de ser una música alegre (en compás de dos por cuatro y de origen posiblemente cubano) que se bailaba de forma un tanto procaz en las fiestas de las clases populares de Buenos Aires, a convertirse en un lamento cantado, una música nostálgica y desgarrada que los porteños acomodados habían aprendido a admirar y a bailar y que Gardel estaba destinado a dar a conocer en todo el mundo.

En la Playa La Pedrera, de Uruguay

Cuando en 1915 forma pareja con José Razzano, intérprete de tangos que ya goza de alguna fama, ninguno de los dos sospecha que en pocos años van a convertirse en ídolos tanto de los entendidos como de un amplio sector de público.

Mona Maris bailando con Gardel

 Fue a raíz de una apoteósica actuación en el Teatro Esmeralda de Buenos Aires, en 1917, cuando el estilo personal de interpretar el tango de Carlos Gardel caló hondo en el público porteño y dio al dúo Gardel-Razzano una fulminante celebridad.

Carlos Gardel con su guitarra

El tándem se mantendría hasta 1925, año en que Gardel debió partir solo hacia Europa. José Razzano, aquejado de una enfermedad en la garganta, había decidido abandonar el canto. Esta desgracia de su compañero significaría, no obstante, la fama internacional para Gardel. Tres años después de cruzar el Atlántico, escribió a Razzano: "La venta de mis discos en París es fantástica, en tres meses se han vendido setenta mil".

Cartel de una de sus películas

En esta película de la Paramount, Gardel interpreta: “Suerte negra”, en trío con Lusiardo y Peluffo; “Sol tropical”, “El día que me quieras”, con final a dúo con Rosita Moreno; “Sus ojos se cerraron”, “Guitarra”, “Guitarra mía” y “Volver”.

Carlos Gardel en Radio Carve

Si grande había sido el éxito de Gardel en París, no lo fue menos en España. Gardel debutó en solitario en 1925 en el teatro Apolo de Madrid y en el teatro Goya de Barcelona el 5 de noviembre de ese mismo año. Tal fue el recibimiento y cariño que el público le brindó en la capital catalana al "zorzal criollo", como también se lo llamaba, que hizo de ella su centro de operaciones para sus giras europeas y sus largas estancias en París.

En casa de su madre

La voz, la estampa y la simpatía de Gardel arrollaban, especialmente entre las mujeres. Reveladora es la entrevista "a la sombra de Gardel", que salió publicada en Tango Moda, en 1929. La sombra era una bella francesa que seguía al ídolo por todas partes después de haberlo visto actuar una vez en el cabaret de Florida de París. "Cuando por la noche me retiro a mi cuarto del hotel, doy por muy bien pagados mis esfuerzos si le he oído cantar tres o cuatro canciones", confesaba esta admiradora incondicional.

En un programa de radio

La forma de cantar los pequeños dramas existenciales en sus tangos va a significar una revolución. Nadie es capaz de imitar el fraseo de Gardel ni su habilidad para metamorfosearse en los personajes de sus canciones. Además, su figura simpática, mezcla de pícaro y castigador siempre bien vestido y repeinado, se convierte en un modelo para los porteños. Ahora es un triunfador nato, modelo de "el que llegó", un mito rioplatense admirado por los hombres y fama, gracias a su magnífica voz y a su fascinante personalidad.

Carlos Gardel con Isabel de Valle en 1931

En 1934, después de haberse paseado en olor de multitud por escenarios de Europa y Estados Unidos, Carlos Gardel inició una gira por toda Hispanoamérica provocando el delirio. Los teatros se llenaban de un público rendido al cantante argentino, que lo aclamaba y lo continuaría aclamando hasta después de su muerte.

Cédula de Venezuela

A pesar de esa imagen, Gardel fue en la intimidad un hombre tortuoso, retraído y contemplativo, atenazado por una oscura tristeza y víctima fácil del abatimiento. En cuanto a su vida sentimental, confesaría que nunca se había enamorado de mujer alguna, "porque todas valen la pena de enamorarse y darle la exclusividad a una es hacerle una ofensa a las otras".

Mi Buenos Aires Querido

El 24 de junio de 1935, cuando se encontraba en la cúspide de su fama, el cantor murió en un accidente de aviación cuyas causas nunca se han aclarado, al menos no para los millones de apasionados del tango que en todo el mundo entonces lloraron la muerte de su ídolo y aún hoy hablan de él en tiempo presente. Gardel viajaba de Bogotá a Cali en un F-31 de la compañía Saco. Hecha escala en Medellín, el avión recorrió la pista para alzar el vuelo, pero apenas había despegado se precipitó a tierra, chocando con otro avión alemán que esperaba en la cabecera de la pista.

1935, Gardel y Le Pera momentos antes del accidente

Un velo de misterio rodeó el suceso. Corrieron rumores acerca de un tiroteo entre Gardel y uno de sus acompañantes cuando jugaban a las cartas, alcanzando al piloto del aparato, víctima inocente, e involuntario causante de la tragedia. Sin embargo, y según el testimonio de los dos únicos pasajeros que lograron salvarse de los veintiuno que viajaban en el vuelo, la verdadera causa del accidente parece ser que fue el fuerte viento reinante el que hizo que el piloto perdiera el control en el momento del despegue.

Carreteo de despegue del F-31

A la confusión del accidente se sumaría después la leyenda de un cantor encapuchado cuya voz sorprendía por su parecido con la de Gardel; muchos afirmaron que el ídolo se había salvado y seguía cantando, pero no deseaba mostrar su rostro totalmente desfigurado; a ser eso cierto, el cuerpo velado por las multitudes en el estadio del Luna Park no habría sido el suyo. Pero es su espíritu lo que cuenta: un mar de melancólicos lo lloró entonces y siguió lamentando la pérdida de la voz más triste y cálida que el tango ha dado nunca.

Ultima foto dentro del avión

Carlos Gardel y Alfredo Lepera, ambos aparecen en su última foto tomada en vida por ellos mismos, dentro del avión F-31 Ford de la SACO, antes del trágico accidente aéreo donde juntos perdieron la vida en el Aeropuerto Olaya Herrera de la ciudad de Medellín, República de Colombia. Con Gardel y Le Pera murieron dos de sus guitarristas; Guillermo Desiderio Barbieri y Ángel Domingo Riverol.

Curiosos observan los dos aviones calcinados

Milagrosamente la cámara fotográfica tenía un estuche de cuero que la  preservó del fuego, salvándose así la última foto tomada en vida de tan inolvidable cantante.

Pasaporte de Carlos Gardel

Carlos Gardel es sinónimo de tango. Fue compositor, intérprete de numerosas películas, y compositor de innumerables canciones y musicales.

Homenaje de Gardel en Argentina

Monumento a Carlos Gardel en Buenos Aires

 Con él, el ritmo porteño ganó un aire de romanticismo y dió vuelta al mundo. Gardel fue un personaje emblemático en vida y lo sigue siendo, potenciado por el ascendiente de su prematura muerte.

 

J. Cardoso y P. Soriano

     
   
 
 
     
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