La flauta mágica se estrenó en Viena en 1791, pocas semanas después de la muerte del autor.
Es una ópera sobre la que se han vertido todo tipo de interpretaciones, que si un cuento masónico, que si una fábula moral o una alegoría política. Al final queda como un cuento, con buenos y malos, alegrías, penas y aventuras varias.
¿Qué nos cuenta La flauta mágica? A grandes rasgos, la aventura del príncipe Tamino y su escudero Papageno, que reciben el encargo de la malvada Reina de la Noche de rescatar a su hija Pamina, que ha sido raptada por el malvado Sarastro. Sin pensarlo, y ataviados con una flauta mágica y un carillón (reloj con un juego de tubos que produce música), emprenden su andadura hasta que descubren que la Reina los ha engañado.

El escenario para representar esta obra da mucho juego. En esta ocasión, se utilizó un enorme cubo blanco con telones de diversos colores donde se fueron sucediendo las fantásticas peripecias, a modo de una auténtica caja de sorpresas.
La magia y la fantasía se imponen para contar esta historia. Es una mezcla de ópera seria y ópera buffa, que conviven de forma magistral, con una música que, como siempre en Mozart, alcanza la perfección.
Se tratan diversos temas: el amor, la fidelidad, el poder, un conflicto entre los que mandan y los que obedecen, en una mezcla de diálogos y música fantástica.